octubre 06, 2018

Congreso Nacional de Bibliotecas Públicas, en Bogotá

Entre el 17 y el 21 de septiembre se llevó a cabo en Bogotá, Colombia, el VI Congreso Nacional de Bibliotecas Públicas.
Nuestro compañero Alfredo Mires Ortiz fue invitado para dar la conferencia inaugural y sostener reuniones y talleres.
Fueron más de 1,300 participantes vinculados a las bibliotecas públicas de todos los rincones de este país.
La conferencia titulada “De bibliotecarios y biblionectarios: libros, lectura y procesos comunitarios”, dejó hondas reflexiones entre el público asistente.
Alfredo se refirió a las catástrofes que hoy, dijo, “terminan siendo una sola: por un lado, lo que podríamos llamar el cambio climático ambiental y, por otro, el pavoroso cambio climático mental”; “No solo es el árbol que se derriba –dijo–, sino el espíritu que se desploma; que no solo es el bosque que se incendia, sino el ánimo que se trastorna; que no solo es el río que se mancha, sino también el sueño que se mutila”.
Llamó a emprender el desafío de “revisar los fondos para transmutar la demencia de la destrucción y la violencia, en la locura de releer el mundo y abrazarlo. En la rareza de los imposibles y en la capacidad de ponernos en el pellejo del otro”.
Hizo importantes interpelaciones desde distintos flancos, para diversos públicos: le habló al funcionario público, a quienes dirigen las bibliotecas y a los que día a día trabajan en ellas; a los que leen y a los que incitan a hacerlo; preguntó por lo que se valora, por lo que se cree, habló y preguntó a los desmemoriados y a los colonizados; a los sumisos y acríticos.
Inquirió por “los principios que evocamos en nuestro quehacer” y preguntó: “¿cuál es el papel que tiene la biblioteca pública con la gente?, ¿con quién es su obligación: con el edificio o con la comunidad en donde está el edificio? Dicho de otro modo: ¿su compromiso es con el ámbito del edificio o con la edificación del ámbito? Y si es así, ¿el bibliotecario conoce a la gente y las necesidades de su comunidad, o solo somos aduaneros de la información y el conocimiento?, ¿cuál es su promesa con la cultura propia? En suma, ¿por qué y para qué se hace lo que se hace?
Sin reservas mencionó las argucias del sistema imperante: Porque el poder hegemónico también se encarga de mecernos la cuna de los olvidos y borrarnos las huellas de la memoria. Prueba de ello puede ser la historia que dispensamos a través de nuestras bibliotecas: el solo hecho que los sometidos no funjan nunca de autores, revela la manipulación política del pasado, más aún en nuestro continente donde, durante más de quinientos años, el coloniaje ha ido forjando diversas formas de despotismo interior”.
Así mismo, Alfredo no dejó de mencionar a sus sabios maestros, como don Antonio Vílchez y Mama Santos.
Habló de la importancia de buscar y restituir los vínculos: “Reconocer y distinguir el tuétano de los pueblos podría despertarnos los intramuros; y reacoplar los huesos del terruño es vital para empezar a andar”
Compartió su genial idea sobre los biblionectarios: “aquel que hace de los libros y la lectura una fuente tan energética y grata que aroma y atrae a quienes quieren nutrirse para seguir volando. (…) inspirar a la pasión de leer los libros para columbrar el mundo. Porque la acción biblionectaria es polinizante: fecunda tanto al que da como al que recibe. La biblioteca no es una jaula: es un espacio en el que se reinventa la función social en una consagración comunitaria”.
Para finalizar su ponencia, dijo:
“A la biblioteca podemos ir para aprender mil carreras con independencia de notas, con emancipada apetencia y con la certeza que la lección es gozosa y solidaria, al margen de la utilidad pecuniaria.
Por eso también nos toca erigir nuestros propios escritos. Y con mayor razón debemos acudir a la estirpe que nos ha mantenido vivos: el saber invisibilizado y proscrito de nuestros pueblos; la memoria insepulta que no aparece en los libros; la tradición oral de las bocas enmudecidas; los cuentos insumisos; el recuerdo perenne; los saberes ninguneados; la obstinada supervivencia de la letra descalza. Al fin, no es para rescatar el pasado: es para recuperar el futuro”.

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