De
muchos modos, una Asamblea General de la Red es una fiesta, por la alegría que
se comparte y el entusiasmo que se prodiga, pero –quizá más aun– por su sentido
de celebración y el homenaje.
Es
un tiempo para evaluar y planificar, para capacitarnos juntos, para rescatar
nuestras tradiciones y para celebrar nuestro all’pata paguikun (la ofrenda a la
tierra, a los apus y a los difuntos).
Pero
esta vez festejamos también la juntura mingueando (trabajando voluntariamente
en comunidad): desde las cinco de la mañana ya estábamos limpiando la casa,
parchando las paredes, arreglando los jardines, arreglando los techos y
alujando nuestros espacios.
Grandes
y chicos, mujeres y hombres, anyuntados y en grupos, procedentes de todos los
rincones de la región, los bibliotecarios rurales nos recordamos el valor de la
comunidad. Y la certeza de que es posible crecer unidos.
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