mayo 28, 2019

Fiesta

El pasado 26 de abril se llevó a cabo un conversatorio sobre las fiestas andinas, con énfasis en “Pawkar Raymi” o florecer andino, organizado por la Asociación de Promoción Cultural Apu.
Nuestro compañero Alfredo Mires fue invitado como ponente y trabajó un desmontaje en torno al concepto de fiesta, poniendo como ejemplo el trastocamiento en el que han ido cayendo las celebraciones que estuvieron ancestralmente ligadas, por principio, a la agricultura y al movimiento del cosmos:
“La hoy muy comercializada Fiesta de Halloween no es más que mal un remedo de los antiguos rituales de la cultura celta, que se celebraban por el final del verano en el norte de Europa, cuando los animales eran recogidos de los campos y llevados a los establos para pasar el invierno. En esta fecha, el dios celta Samhain permitía a las almas de los muertos regresar a sus casas… Y como los difuntos podían apoderarse de los cuerpos de los vivos para resucitar, los vivos ensuciaban las casas y las cubrían de calaveras y máscaras que pudieran asustar a los difuntos y desanimarlos de volver.
Esta suerte de transmutación también ocurrió con la actual Semana santa: los antiguos romanos habían heredado, de muchas otras culturas ligadas a la tierra, la Fiesta de Atis, el dios de la vegetación, muerto y resucitado. Esto era desde mediados de marzo. El día 25 era la Fiesta de Hilaria, el día de la Alegría, en que se saludaba la llegada de la primavera.
Para esa fiesta, la diosa Cibeles se bañaba desnuda en el río llamando a la lluvia y a la fertilidad de los campos: todos los celebrantes tenían que vestirse de colores e informalidades y carcajear al celebrarla: la tierra estaba resucitando después de haber soportado el duro invierno: los días empezaban a hacerse más largos que las noches.
La fiesta del mundo, en todo el mundo, era una fiesta de la alegría: se la festejaba riendo”.

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