Cuando
perdimos la mirada y dejamos de ver a nuestras montañas, cuando torcieron
nuestro encuentro si ellas están adentro, cuando olvidamos reverenciarlas si
son todas nuestras almas:
Cuidado…
Cuidado…
Por ahí
muchos andan pensando que las montañas, los árboles, los puquios de agua, los
ríos, las lagunas, el cielo y la tierra son “recursos” para “explotar”. Son
“cosas” que “le pertenecen” a los humanos –por cierto, humanos que han
olvidaron de dónde vienen y adónde llegarán–
Atención...
Andan
diciendo y convenciendo de que “todo es consumible”, que hay que “comprar-usar
y botar”.
Volvamos…
A sentir la
fuerza de nuestros cerros, la vida del agua, el color de las nubes, la gracia,
el brío de la tierra y sus cultivos.
Revirtamos…
La
catástrofe de un sistema que nos enseñó a maltratar y usar.
Volvamos
A lo esencial y sagrado, a nuestros abuelos y
ancestros. A sus voces y recuerdos, a su vida y al futuro cierto.
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