A seis horas desde la ciudad de Cajamarca se ubica Masintranca, en la provincia de Chota. Seis horas de viaje por donde transitas por el tajo, esa herida abierta, llamada Yanacocha. Por donde las temperaturas bajan mientras más arriba de la jalca estás.
Nos reciben en casa, Don Sergio y Doña Dona con los brazos abiertos y con la sonrisa cálida; reciben a estos forasteros que llegan con hambre, con mucha humildad y con muchas ganas de compartir lo que saben.
En una quebrada se parte un camino tímido que nos lleva a la Biblioteca Rural “Manantial de los Andes”. Con una sonrisa brillante como el sol que se va asomando con fuerza, nos recibe Jesús Ruiz, el bibliotecario rural, y nos invita a pasar. No puede ser mayor nuestra alegría al contemplar la biblioteca con los títulos de los libros tan coloridos y bonitos, mirándonos, ubicados de manera frontal, haciéndolos más atractivos para coger y leer.
Nos reciben en casa, Don Sergio y Doña Dona con los brazos abiertos y con la sonrisa cálida; reciben a estos forasteros que llegan con hambre, con mucha humildad y con muchas ganas de compartir lo que saben.
En una quebrada se parte un camino tímido que nos lleva a la Biblioteca Rural “Manantial de los Andes”. Con una sonrisa brillante como el sol que se va asomando con fuerza, nos recibe Jesús Ruiz, el bibliotecario rural, y nos invita a pasar. No puede ser mayor nuestra alegría al contemplar la biblioteca con los títulos de los libros tan coloridos y bonitos, mirándonos, ubicados de manera frontal, haciéndolos más atractivos para coger y leer.
Junto con Fernando, amigo colombiano de Medellín, nos pusimos, cual niños, a explorar la atractiva biblioteca. Cogimos los libros de la colección “Los Nuestros” de la Enciclopedia Campesina y Fer hizo su magia. Estiró una manta fucsia con detalles andinos y encima ubicó algunos libros como un pequeño mándala. De pronto de uno de sus dedos salió un pequeño títere de pajarito naranja y nos preguntó sonriente qué pájaros cantores conocíamos. Así, poco a poco, Don Sergio, Jesús, Rita y yo empezamos a recordar. Comenzamos a escribir y a contar como llegaron esas sabias frases de la tradición popular a nosotros.
En Cutaxi, alrededor de una pequeña y acogedora Plaza de Armas, en una casa al lado de un caballo de color caramelo, se encuentra otra Biblioteca Rural. Aquí, el mándala y la manta se extendieron sobre una mesa y las adivinanzas, el juego del ahorcado y los chistes locales fueron la sazón de la sesión, en la cual escribimos, contamos y nos pusimos colorados de risa.
Por último, comparto la pechada de Don Sergio y Jesús nos regalaron y que dice así:
Despedida, despedida
despedida no quisiera
al tiempo de despedirme
en tus brazos me muriera.
Consuelo Solis R.
Cajamarca, 2024
En Cutaxi, alrededor de una pequeña y acogedora Plaza de Armas, en una casa al lado de un caballo de color caramelo, se encuentra otra Biblioteca Rural. Aquí, el mándala y la manta se extendieron sobre una mesa y las adivinanzas, el juego del ahorcado y los chistes locales fueron la sazón de la sesión, en la cual escribimos, contamos y nos pusimos colorados de risa.
Por último, comparto la pechada de Don Sergio y Jesús nos regalaron y que dice así:
Despedida, despedida
despedida no quisiera
al tiempo de despedirme
en tus brazos me muriera.
Consuelo Solis R.
Cajamarca, 2024
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