La
palabra de Eduardo Galeno fecunda e impele.
Hace
ya muchos años publicamos de él “El rescate de la historia nunca contada”, “Ser
como ellos” y “Cinco siglos de prohibición del arco iris en el cielo americano”,
pues desde el inicio nos cedió plena autorización para publicar sus escritos.
El
año 1997, cuando publicamos “Mama Santos, yach’aqmama de Chilimpampa”, Eduardo
escribió: “Hay un gentío adentro de esta
mujer. Gracias a Bibliotecas Rurales podemos escuchar las muchas voces
reveladoras que por su boca dicen”.
Más
adelante publicamos de él una selección de “El libro de los abrazos” y hace
poco “¡Lanza rayos, colibrí!”, basados principalmente en sus reflexiones de
“Úselo y tírelo”.
De
nuestros libros escribía diciéndonos “¡Gracias
por la materia prima!”.
En
el 2004, Eduardo publicó “Bocas del tiempo”: ese libro suyo fue plenamente
ilustrado con la iconografía de Cajamarca compilada por nuestro compañero
Alfredo Mires.
Y
en el 2008, cuando Eduardo leyó el borrador final de nuestro libro
“Cosmovivencia: la concepción del mundo desde la tradición oral cajamarquina”,
trabajado por Alfredo, nos escribió:
“Este libro tiene muchas piernas.
Esas piernas tienen muchos caminos.
Esos caminos tienen mucha memoria.
Esa memoria tiene muchas vidas
y esas vidas andan, recuerdan y
dicen
por los caminos de este libro que he
tenido la dicha de leer”.
Este
texto de Eduardo fue publicado tanto en la contracarátula del libro como en su
respectivo separador de páginas.
Ahora,
como un despunte de esos sembrares fraternos, tanto “¡Lanza rayos, colibrí!” como
“Cosmovivencia”, son títulos que algunos docentes han decidido incorporar en su
plan lector para estudiantes de secundaria en Cajamarca.
Este
nutrir de lecturas es un preludio de generosas cosechas.
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