Del 29 al 31
de julio, se llevó a cabo en Yopal - Casanare, Colombia, el XXV Encuentro
Nacional de bibliotecas de las Cajas de compensación familiar, “Bibliotecas
para el Post Conflicto”.
Nuestro
compañero Alfredo Mires fue invitado para dar un taller sobre cómo convertir
las manifestaciones artísticas y culturales en medios para alcanzar la paz, así
como una conferencia sobre bibliotecas y su rol para la construcción de la paz.
Aquí unos
breves extractos de su conferencia “Echóse a andar…”:
“Los anhelos a trabajar no pueden
reducirse a un problema de procedimientos ni administraciones, sabiendo incluso
que hay estructuras de poder supraestatales cuya propia naturaleza es extraña a
la urgencia colectiva. Necesitamos los medios que apunten a las raíces, que
tramonten la inmediatez de las coyunturas y que no maquillen las abismales
arrugas de los que sufren.
¿Cómo cultivamos entonces las
semillas adecuadas para resolver dilemas cruciales de carácter humano, más aún
en el curso de una modernización que disuelve los vínculos profundos y los
suple con lazos contractuales?, ¿dónde podemos almacigar los brotes solidarios,
la simiente dignificante?, ¿cómo fumigamos definitivamente las lacras del
racismo, la larvas del autodesprecio, las plagas de la arrogancia?
No son metáforas porque, de muchos
modos, se trata de trabajar la tierra y de no disminuir el horizonte de las
cosechas. Y aquí no es asunto del lugar en el que nos ubicamos temporalmente,
sino de cuán coherente y consecuente es nuestra posición como personas y
sociedades…
Con semejantes rudimentos, la
construcción de la paz –cuyo sentido primario significa ensamblar– apunta a un
trasplante de arquitectura esencial. La historia común latinoamericana enseña
que no pueden relativizarse los martirios padecidos. Y que la potencia
aniquiladora no es la llamada a dirimir las pólemicas.
Enseña también que nuestra
generación no puede refugiarse en “el
estremecedor silencio de los bondadosos” del que hablaba Martin Luther
King. Porque esta realidad no es una circunstancia pasajera, no es un intervalo
peregrino: es un desafío que demanda reedificar los cimientos…
Biblioteca es sinónimo de dinámica,
no de mecánica. Biblioteca es sinónimo de movimiento, no de estacionamiento.
Pero quizá, más que tratarse de la forma, se trata del fondo, porque una
biblioteca bien puede ser un artilugio de la maquinaria colonizadora si el
conocimiento que distribuye es puramente tributario del emplazamiento hegemónico,
es decir, el dispensario adoctrinador de la ajenidad y la desmemoria…
Por eso es apremiante que la lectura
no se reduzca al ámbito de los textos sino que pueda partir y ser devuelta a
los contextos. Los campos de cultivo son más que piza-rrones que nos dicen cómo
va la economía; el paisaje es la franca cátedra del clima; los rostros también
nos dicen de cuán infaustas son las aflicciones o de cuán encumbradas son las
convicciones; la calle nos educa con el descaro de su didáctica…”
1 comentario:
¡Cuánta razón tienes, amigo Alfredo! La biblioteca debe ser un ente vivo, un motor generador de crecimiento individual y colectivo, una energía transformadora y regeneradora, mucho más que una institución cultural. Más que distribuir conocimiento, la biblioteca debe construirlo y, sobre todo, despertar en sus usuarios el deseo y la necesidad de construirlo y compartirlo con el resto de la comunidad.
Si solo distribuyera el saber establecido, la biblioteca se convertiría (como ya sucede en numerosos lugares) en mera replicante y transmisora del poder político, económico y cultural dominante. En ese escenario, la biblioteca sería perversa.
La biblioteca debe ser semilla que robustezca, que cohesione e ilumine a la comunidad en la que está alojada. Así sí tiene sentido y auténtico potencial transformador.
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