Aprovechando un lapso libre de los
chicos en el colegio y la universidad, decidimos viajar a las comunidades
–hacia el nor oeste de Cajamarca– para acompañar la animación a la lectura y el
recojo de las tradiciones orales.
Ha sido una oportunidad
extraordinaria de aprender con la naturaleza. Como familia y voluntarios a la
vez de la Red, nos habíamos propuesto hacer la mayor parte de este viaje caminando,
en la provincia cajamarquina de San Miguel, Cajamarca, atravesando los andes.
Desde hace años, Alfredo nos había
contado sobre la belleza extraordinaria de esta zona donde se alza la
cordillera y todos la queríamos conocer. La idea era, también, hacer nuestra
ofrenda en el Apu Inganchaca, este mítico puente inca –en el distrito de
Niepos– cuyos restos sobresalen unos quince metros desde la roca sobre un abismo
de más de un kilómetro.
En el primer tramo nos tocaron
combis recontra repletas, hospedajes llenos y viejos buses que parecían salidos
de una guerra; la falta de agua, el sol abrasante, la basura desperdigada, los
caminos imposibles...
Pero lo que queda en nuestro
recuerdo es el otro lado de lo vivido: el paisaje fantástico, montañas tras
montañas en sus tonos azules y celestes; el aguante de Mara y Rumi en marchas
interminables con pesadas mochilas y ampollas en los pies; el enorme cariño de
la gente con la que nos encontramos… Don Joel que nos proporcionó su propia
habitación para hospedarnos en Agua Blanca; el caminar por los bosques nativos
en los que apenas se filtra la luz del sol; el generoso almuerzo en Miravalles
que nos invitó don Gilmer y su familia, a quienes recién conocíamos; los increíbles
ocasos que nos hacían llorar con tanta majestuosidad; doña María que conocimos
en el camino y nos acompañó toda una tarde ayudándonos cuanto podía; la
amabilidad y el cariño con que nos recibió don Alcides en su casa; el agua pura
en las nacientes del río Zaña corriendo sobre las rocas; la sabiduría y el
respeto de la gente del campo; los bosques de bambú, los árboles de café y,
obviamente, el majestuoso Apu Inganchaca…
No hay palabras para tanta bondad y
tanta belleza. Y jamás alcanzarán las palabras para agradecer por esta
experiencia, por estos días juntos y por este tremendo aprendizaje.
Rita Mocker
1 comentario:
Gracias, Rita, por esta hermosa historia de animación a la lectura, aprendizaje y conservación y respeto del patrimonio cultural comunitario.
Eres una mujer extraordinaria venida de las privilegiadas y soberbias tierras alemanas, que llevas muchos años ya desparramando tu generosidad en aquellas queridas comunidades rurales cajamarquinas, allá, en el norte peruano. Gracias por compartir con nosotros tu emoción y agradecimiento tras vuestro vivificante viaje familiar por la provincia, atravesando los Andes. Por aquellas intrincadas veredas y riscos te llevaron tus pasos con el afán de aportar tu diminuto -aunque grandioso- granito de arena a la construcción del itinerario lector de aquellas comunidades campesinas... y tanto aquellos con los que te cruzaste, como los que te seguimos desde este lado del océano, nos sentimos guiados por tu ejemplo de amor y generosidad.
Publicar un comentario