En
los presentes días casi es una obligación ponernos a pensar, a conversar,
profundizar nuestra existencia, de cómo la naturaleza –por ejemplo– tiene tanta
fuerza… y algunos humanos creían que tenían tanto poder.
Nuestro
deber es tomar conciencia de lo que estamos haciendo para así mejorar la
situación y trabajar en ser cada día mejor que ayer, porque de nuestras
acciones y comportamientos depende el destino de todos.
En
estos tiempos de distanciamiento social, de incertidumbre, ansiedad, miedos,
que no nos falte la fe y el agradecimiento, por lo que somos, por lo que
sabemos y por lo que tenemos.
Después
de esta etapa que estamos viviendo, también sigamos valorando el trabajo y el esfuerzo
que hace el campesino. Y no olvidarlo por las necesidades del consumismo del
mundo moderno. Que ahora nos hemos vuelto extremadamente dependientes para
poder subsistir.
Es
triste tener que sufrir alguna calamidad o acontecimiento para recién entender
lo grande y valioso que es vivir. Disfrutemos de las cosas sencillas que
tenemos: eso nos volverá más cercanos, más naturales, más humanos.
Una comunera
1 comentario:
Querida comunera, ¡qué emocionante reflexión nos regalas!, ¡cuánta razón tienes cuando dices que parece que solo valoramos la hermoso que es vivir y todos los dones que hay en nuestra vida, cuando sucede alguna desgracia!
Efectivamente, más importante que desinfectar nuestras casas y nuestras cosas es desinfectar nuestras almas que están llenas de parásitos y virus mortales: la insolidaridad, el egoísmo, el materialismo consumista, la violencia intrafamiliar, el desamor hacia nuestros mayores...!
Y para desinfectarnos por dentro es muy útil la palabra, la palabra humilde, la palabra regalada, la palabra amorosa, la palabra generadora de acciones empáticas y comprometidas.
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