Cómo
duele llegar a la montaña sagrada, para ofrendarla y saludarla, y ver que algunos
obtusos han incendiado sus maravillosos jardines naturales de hierbas benditas
y arbustitos sanadores.
Ya
las lluvias han ido curando sus heridas y los brotes vuelven, milagrosos y
dadores, para seguir iluminando la esperanza.
Ojalá
esa lluvia pudiera limpiar también los corazones de la ignorancia y la
nervadura infame de los depredadores.
1 comentario:
Conocer esta noticia me produce un profundo dolor pues desde que tuve ocasión de acompañaros a la subida al Qayaqpuma hace unos años siento este apu no solo como una montaña sagrada sino también como mi vínculo más querido y estrecho con Pacha Mama.
Sin duda el profundo amor y la devoción sincera con la que las campesinas y campesinos os relacionáis con el Qayaqpuma le ayudarán a sanar de estas innecesarias e irresponsables heridas.
Publicar un comentario