Para quienes amamos las tradiciones, los
cuentos de nuestros abuelos son medicina para el alma, un gran aliciente en
tiempos difíciles; estos cuentos no solo encierran sabiduría, sino que además
son muestras del amor por lo nuestro, por todo lo que vive, por todo lo que existe.
Cada vez que escuchamos un cuento soñamos
con los lugares, nos imaginamos disfrutando de los ricos alimentos, reímos,
lloramos, nos asustamos, nos abrazamos, nos animamos, nos acompañamos.
Hoy, esta familia bibliotecaria próxima
a cumplir 50 años, sigue contando y escuchando las historias de nuestros
abuelos, de nuestras comunidades; y prontito, gracias al incansable empuje de
nuestros compañeros, tendremos la dicha de disfrutar de los maravillosos cuentos
que están por publicarse, ilustrados también por una compañera nuestra, quien
nos dice que para dibujar mezcló su imaginación con sus recuerdos.
Felicitaciones, compañeros, y gracias por
hacer posible que la memoria siga viva.
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