Como miembros de una sola familia y cumpliendo con las medidas de seguridad respectivas, nos reunimos para acompañarnos junto a Alfredo y participar de la ceremonia virtual. Nos preparamos de manera diferente a como acostumbramos, pero siempre con el mismo cariño y entusiasmo que nos caracteriza.
Así, empezamos también a sentir muchas emociones: alegría por este premio merecido, añoranza por no estar reunidos con nuestros demás compañeros de las distintas comunidades, alrededor a la joijona, apenados por no estar juntos en una noche de rescate, en fin. Pero lo más grande que sentimos es la esperanza al saber que pronto podremos volver a encontrarnos y seguir juntos en este caminar.
Esa noche fue motivo también para recordar los más de 50 años de camino recorrido, recordar a compañeros que ya no están y cuya presencia siempre nos acompaña.
Y la imagen que simboliza este premio dice mucho de todos estos recuerdos que también son la esperanza para lo que ha de venir.
1 comentario:
Qué gran momento y valiosas experiencias de tan bello caminar con la lectura en las nobles comunidades rurales. Merecido el premio, un ejemplar proyecto para el Perú. Felicitaciones.
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