Hace poco, nuestra Red de Bibliotecas Rurales, estuvo de aniversario, siempre humilde, en silencio, sin bombos ni platillos. Y es que, como siempre decimos, acá, la bulla la hacen los libros.
Nuestra mejor manera de celebrar, entonces, es a través de la lectura colectiva, porque, aunque sea una sola persona la que lee, es toda la comunidad la que se beneficia. Celebramos con el viaje de nuestros libros hasta las comunidades donde siempre son bienvenidos y leídos. Y, además de celebrar la lectura en los libros, celebramos a la biblioteca viva formada por los lectores y bibliotecarios, hombres y mujeres, niños, jóvenes y ancianos; pero, sobre todo, por la memoria de quienes nos legaron esa inmensa tradición oral que hoy se transmite a través de los libros que nacen en nuestra Red. Celebramos la constancia de quienes la recogen en las comunidades, escuchando con paciencia a quienes saben y conocen para escribir luego sus memorias de la manera más fiel posible. Celebramos también a quienes, desde hace tantos años, van dejando su ejemplo y su sabiduría al alcance del presente y del futuro: Padre Juan, Alfredo, don Pascualito y todos nuestros compañeros que son de esta familia. Ellos, sin lugar a dudas, son nuestra biblioteca más grande y sabia. Ellos son nuestra biblioteca viva.
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