A finales de noviembre tocó reunirnos con los niños y familias del Programa Comunitario para el acompañamiento de niños con capacidades proyectables en El Tambo, en Bambamarca.
Llegar a una comunidad y volver a ver los niños después de varios meses siempre es una gran alegría. Veo cómo han avanzado en su desarrollo, como se socializan más, como han aprendido a jugar con sus compañeros y amigos. Veo que ya pueden levantar su cabeza o que han aprendido a caminar, que ya saben ponerse los zapatos, lavarse las manos o abotonarse su camisa. Es alegría pura y es la muestra de que tiene validez lo que estamos haciendo.
Pero lo que más me emociona y casi me parte el alma es cuando un niño llega y se va corriendo hacia mí para abrazarme. Eso es amor hecho persona. Mi regalo más preciado.
Rita Mocker
Responsable del Programa Comunitario
Llegar a una comunidad y volver a ver los niños después de varios meses siempre es una gran alegría. Veo cómo han avanzado en su desarrollo, como se socializan más, como han aprendido a jugar con sus compañeros y amigos. Veo que ya pueden levantar su cabeza o que han aprendido a caminar, que ya saben ponerse los zapatos, lavarse las manos o abotonarse su camisa. Es alegría pura y es la muestra de que tiene validez lo que estamos haciendo.
Pero lo que más me emociona y casi me parte el alma es cuando un niño llega y se va corriendo hacia mí para abrazarme. Eso es amor hecho persona. Mi regalo más preciado.
Rita Mocker
Responsable del Programa Comunitario
No hay comentarios:
Publicar un comentario