abril 29, 2019

Un libro, muchas lecturas

“Todas las sangres”, la monumental obra de José María Arguedas podría ser llamada también todas las voces, todas las almas, todo el mundo andino.
Es un libro que abre diversas formas de lectura: desde el conflicto de intereses y bandos, la exclusión, la injusticia, la violencia, el abuso; pasando por las hermosas descripciones de la exuberante naturaleza andina o, el reconocimiento de las firmes tradiciones campesinas con la permanencia de la lengua quechua en los Andes peruanos; las ideas, los prejuicios y las opiniones de la vida y las costumbres de la gente de la costa, los citadinos, los de la sierra, los ricos, los extranjeros, los políticos, la gente toda.
Son abundantes los párrafos sobre la tierra, los cultivos y el trabajo agrícola, la descripción de los paisajes serranos del Perú, la reseña de diversas flores, árboles y aves andinas, todo ello envuelto en el tono sagrado que emite el mundo chacarero de los Andes: “Sobre el amarillo de las yerbas muertas y lo negruzco de los pequeños árboles resecos, las flores de los k’antus resplandecían en lo alto de la montaña. Es la única flor del invierno; abre sus campañillas que tienen no sólo el color sino el brillo de la sangre, precisamente cuando la superficie de la tierra parece muerta.
Arguedas referencia la antigua tradición de compartir el brindis con la tierra, con la montaña: “Don Adrián invitó un trago de aguardiente a cada cabecilla. Derramó primero unas gotas sobre la tierra y esparció otras al aire, en dirección del Pukasira”; “Cinco comuneros derramaron unas gotas sobre la palma de su mano para no mojar la alfombra, y soplaron las gotas de coñac esparciéndolas en el aire. De este modo hacían participar en el brindis a los dioses montañas”.
Todas las Sangres además de representar al Perú, sus contradicciones y sus luchas, es también una exaltación de la fuerza de sus montañas, es decir, la potencia creadora y revolucionaria que hay en el alma andina: “¡El Perú da miedo, a veces! (…) ¡Estas montañas! Si se ponen en marcha, ¿quién podrá detenerlas? Sus cumbres llegan al cielo”.

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