En el mes de mayo la Escuela de Mediadores de
BibloRed de Bogotá, en Colombia, invitó a nuestro compañero Alfredo Mires a su
ciclo de charlas “Yo, Maestro”.
La conversación fue iniciada con la lectura de un
poema que el mismo Alfredo eligió: ‘Preguntas de un obrero que lee’, de Bertolt Brecht. Dijo
Alfredo: “Escogí
este texto porque revela lo que el filósofo peruano Gustavo Gutiérrez llama «La
fuerza histórica de los pobres», esa potencia extraordinaria de los más
humildes, de aquellos a los que el mundo tiene por necios”.
A
lo largo de toda su exposición exaltó la presencia de sus hermanos y familias
campesinas que componen el gran ayllu de la Red de Bibliotecas. Aquí
algunas frases esenciales:
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Los libros son herramientas, no son ataúdes de verdades muertas ni catedrales
de mentiras vivas
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El libro tiene que emerger de estas búsquedas, de esta insurgencia de la
palabra propia, de esta demolición de los silencios impuestos; del
derribamiento de esta cárcel colonizante en nuestro propio dentro; de este autodesprecio
entronizado sobre la memoria de nuestros pueblos.
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El libro tiene que ser resignificado, en sus significantes y en sus conceptos,
en sus usos y en sus caminos. El libro tiene que ser un espejo en el que nos
veamos revelados tal como somos.
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La palabra leer viene de légere,
que significa, en principio, “juntar leña”. El bibliotecario puede ser, en
efecto, aquel que no se cansa de recoger la leña para encender el fuego de los
aprenderes.
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Biblioteca que no trabaja con la oralidad, no puede preciarse de ser una
biblioteca. Siempre digo que es una vergüenza que en las bibliotecas puedan
hallarse colecciones completas del pensamiento griego, pero ni una página
impresa de las ideas propias.
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Un dichoso virus viene a demostrarnos –tan inteligentes los humanos– que el
idolatrado capital, que el encopetado progreso, que el endiosado éxito y la
incontenible gula consumista, eran la vía más rápida para la extinción de la
especie humana.
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Ahora resulta que los libros viejos eran los que más tenían que enseñarnos; ¡y
que los viejos libres de teorías cómplices eran los que más sabían!
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Hoy por hoy, así como la farmacología busca una vacuna contra el virus, toca a
las bibliotecas reinventarse en la búsqueda de saberes que nos inmunicen contra
la estupidez y el desdén por la vida misma.
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El sinónimo de educador debería ser
aprendiz: para ser un buen maestro hay que tener una inmensa apertura
para aprender y desaprender. Y eso implica una dosis inapreciable de humildad,
coherencia y consecuencia. Nadie está en la capacidad de enseñar si no tiene la
suficiente modestia de aprender.
Disponible
en: https://www.youtube.com/watch?v=qts7XFihdQc&t=3168s
(Enlaces de presentación que entregaron los organizadores
del conversatorio:
“Los infinitos andares de un bibliotecario”, entrevista de
Daniel Canosa: https://n9.cl/iarnq
“Conferencia inaugural en el VI Congreso Nacional de
Bibliotecas Públicas”: https://n9.cl/r3wk
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