Hace unas
semanas ya estábamos muy preocupados: las siembras empezaron a sufrir, algunas
hasta se perdieron. Nos cuentan algunos compañeros que ya no había pasto ni
agua para los animales; para el consumo apenas un poquito. Estábamos tristes: sin
agua no somos nada.
Hoy estamos de
fiesta: celebramos junto con la tierrita la llegada de la lluvia y, ¿cómo no
celebrar si con la lluvia se fortalece la vida?
Será posible
seguir criando, nuestros campos van a reverdecer y van a madurar los colores;
los animalitos tendrán hierba fresca y nosotros disfrutaremos pronto de los
ricos sabores de nuestra madre tierra.
Bienvenida aguacero:
contigo siempre renacen las esperanzas.
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