Aunque las Bibliotecas Rurales me son conocidas desde sus inicios, recién el 16 de abril de este año 2023 tuve la oportunidad de observar y participar en el cierre de una asamblea del equipo central de Bibliotecas y bibliotecarios venidos de varios puntos de Cajamarca.
El 16 de abril fue también la conmemoración de los seis meses del fallecimiento de Alfredo, fundador con John Medcalf de esta obra que trasciende las fronteras de Cajamarca y del Perú.
Al cierre de la asamblea, la Sala Mayor de Bibliotecas se transformó de pronto en una biblioteca con cientos de libros, perfectamente distribuidos según los temas. Ahí había libros para todos los intereses de los bibliotecarios, que conocen lo que sus comunidades quieren y necesitan: salud, abonos, crianza de animales, literatura peruana y universal, religión y muchos temas más. Sobre el estrado, sobre llicllas multicolores, estaban el mayor tesoro de Bibliotecas Rurales: los libros que contienen el rescate de infinidad de elementos culturales del mundo rural cajamarquino. Cada tomo fue trabajado a conciencia y con minuciosidad, por Alfredo, los bibliotecarios, los ancianos de las comunidades y el aporte bienvenido de todos los que tenían algo que brindar. Esta Biblioteca Campesina es un compendio de la sabiduría rural con temas que van desde las pinturas rupestres hasta relatos ancestrales que oralmente se han mantenido de generación en generación. No sé de otra entidad que con tanta meticulosidad y empeño haya rescatado las muchas facetas del saber del mundo rural.
El 16 de abril fue también la conmemoración de los seis meses del fallecimiento de Alfredo, fundador con John Medcalf de esta obra que trasciende las fronteras de Cajamarca y del Perú.
Al cierre de la asamblea, la Sala Mayor de Bibliotecas se transformó de pronto en una biblioteca con cientos de libros, perfectamente distribuidos según los temas. Ahí había libros para todos los intereses de los bibliotecarios, que conocen lo que sus comunidades quieren y necesitan: salud, abonos, crianza de animales, literatura peruana y universal, religión y muchos temas más. Sobre el estrado, sobre llicllas multicolores, estaban el mayor tesoro de Bibliotecas Rurales: los libros que contienen el rescate de infinidad de elementos culturales del mundo rural cajamarquino. Cada tomo fue trabajado a conciencia y con minuciosidad, por Alfredo, los bibliotecarios, los ancianos de las comunidades y el aporte bienvenido de todos los que tenían algo que brindar. Esta Biblioteca Campesina es un compendio de la sabiduría rural con temas que van desde las pinturas rupestres hasta relatos ancestrales que oralmente se han mantenido de generación en generación. No sé de otra entidad que con tanta meticulosidad y empeño haya rescatado las muchas facetas del saber del mundo rural.
Terminada la asamblea y armada la biblioteca, vino el momento del canje. Cada bibliotecario podía escoger todos los libros que deseara para llevar a su comunidad, previa devolución de los que llevara la vez anterior. Sin embargo, son muy pocos los libros que se devuelven, no por picardía o pérdida, sino porque los libros ya forman parte de las comunidades, se convierten en fuente de consulta, en su propia historia, cultura y cosmovisión y quieren tenerlos cerca, en la vivienda del bibliotecario al que pueden recurrir en cualquier momento.
Habían dispuesto de cajas de cartón porque hubo bibliotecarios que llevaron entre treinta a cuarenta libros. Lo que más buscaban eran libros sobre salud, sobre cultivos, sobre historia, religión e incluso literatura. Un bibliotecario buscaba afanosamente las obras del Padre Miguel Garnett y le pude ayudar a encontrar tres de sus obras.
Habían dispuesto de cajas de cartón porque hubo bibliotecarios que llevaron entre treinta a cuarenta libros. Lo que más buscaban eran libros sobre salud, sobre cultivos, sobre historia, religión e incluso literatura. Un bibliotecario buscaba afanosamente las obras del Padre Miguel Garnett y le pude ayudar a encontrar tres de sus obras.
Entre seleccionar, rellenar las hojas donde apuntan los libros que llevan y su código, y el embalaje, fácilmente pasaron unas dos horas. En todo ese tiempo, Rita, Rumi, Karina, Lola, y los voluntarios de la Red estaban a disposición de los bibliotecarios ayudándoles a encontrar lo que necesitaban, sugiriendo, recomendando…
Los libros sobre el estrado, es decir las publicaciones de la Red de Bibliotecas Rurales de Cajamarca, los tomaban a manos llenas.
Todos, sin excepción, llevaron los últimos tres libros que Alfredo dejó listos para su publicación: “Ser comuneros”, “Piedras vivas, pueblos vivos” y “Pedro Urdemales en Cajamarca”. Habían sido presentados pocos días antes en una hermosa ceremonia que fue un homenaje a la capacidad de Alfredo de trabajar hasta sus últimos momentos.
Terminó la acción canje con una minga: más de quince en cadena regresaron los libros al almacén, otros limpiaban, otros doblaban las mantas y juntaban carteles.
Una hermosa experiencia de cómo el interés por el saber, con el vehículo de los libros, va echando raíces en nuestro mundo rural cajamarquino. Y todo en un ambiente de cálida fraternidad.
Mónica Buse
Los libros sobre el estrado, es decir las publicaciones de la Red de Bibliotecas Rurales de Cajamarca, los tomaban a manos llenas.
Todos, sin excepción, llevaron los últimos tres libros que Alfredo dejó listos para su publicación: “Ser comuneros”, “Piedras vivas, pueblos vivos” y “Pedro Urdemales en Cajamarca”. Habían sido presentados pocos días antes en una hermosa ceremonia que fue un homenaje a la capacidad de Alfredo de trabajar hasta sus últimos momentos.
Terminó la acción canje con una minga: más de quince en cadena regresaron los libros al almacén, otros limpiaban, otros doblaban las mantas y juntaban carteles.
Una hermosa experiencia de cómo el interés por el saber, con el vehículo de los libros, va echando raíces en nuestro mundo rural cajamarquino. Y todo en un ambiente de cálida fraternidad.
Mónica Buse
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